En este proyecto de vídeo activismo y apoyo mutuo, mostramos, por un lado, cómo el capitalismo está colapsando lo humano y la tierra y, por otro lado, cómo nosotras estamos intentando colapsar al capitalismo. Lo hacemos a través de testimonios cotidianos y de pensamientos. Es tu voz, son nuestras voces, en movimiento.
Imaginemos un experimento. Ponemos a una rana en una olla de agua hirviendo: la rana saltará inmediatamente. Pongámosla ahora en una olla de agua tibia y vayamos aumentando la temperatura, paulatinamente, hasta la ebullición. Esa rana no saltará; se irá adaptando y hervirá. Nosotras somos las ranas que saltan rápido, de cualquier tipo de olla. Luego está el 1% de criaturas que no son ranas. Esas juegan en otra liga y no se exponen a ningún experimento. Son, de hecho, las que experimentan con nosotras.
El colapso no será repentino; el colapso lleva tiempo cociéndose. En la época actual, con el Covid, los grados han aumentado de un modo claro, y quien más o quien menos, ha podido entender algunas cosas que no sabía de nuestro sistema, porque se han manifestado de un modo obvio y se ha puesto en evidencia lo que estaba camuflado. Sin embargo, la olla sigue llena de batracios y no se conoce un fenómeno de rebelión colectiva. ¿Incapacidad o falta de voluntad para ser conscientes del colapso capitalista? ¿Tolerancia alta al dolor propio? ¿Anestesiadas frente al sufrimiento de las demás? ¿Falta de tiempo para organizarse? ¿Miedo a perder algo? ¿Demasiado trabajo? ¿Impaciencia con resultados aquí, ahora y ya? ¿Aprender a lidiar con las contradicciones que todas tenemos? ¿Esa actitud descreída de “yo estoy de vuelta de todo”? ¿O simplemente desidia?
El capitalismo lleva años colapsando y nuestra sociedad lleva años salvándolo (sirvan todos los rescates bancarios como ejemplo y epítome de esto). Las ganancias son para ellxs; las pérdidas para nosotras (lo público). El capitalismo provoca que nuestro mundo colapse (hablo del calentamiento global, el agotamiento de los recursos, la desaparición de grandes espacios naturales o de un solo árbol, hablo de las crisis de refugiados y refugiadas, de la aversión a los inmigrantes, del racismo, de la aporofobia, pero también del colapso de la sanidad pública, la falta de vivienda digna para todas, una educación accesible y de calidad, por mencionar, sólo, algunas áreas fallidas). No, no nos levantaremos un día, por la mañana, y nos encontraremos con una distopia cinematográfica. La real distopia existe y sigue existiendo desde el momento en que una familia se queda sin hogar. No olvidemos que el artículo 47 de nuestra constitución establece que “todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada”. Lo mismo ocurre con otros muchos artículos y derechos fundamentales que no se cumplen. Hablamos de “fake news” (noticias falsas) pero no hablamos de FAKE CONSTITUTION (Constitución falsa). Es un esperpento y hay muchas cosas que arreglar. Añado corrupción y corruptelas. Y faltaría, tal vez, preguntar ¿para cuándo una racionalidad laica?. Que la Iglesia atraviesa las instituciones y demás componendas de este país, no se le escapa a nadie. Es poco recomendable por aquello de la separación de poderes, pero también por el freno que esto pone a un pensamiento basado en un raciocinio coherente. De monarquías y patriotismos, ni hablo; por si acaso. ¿Alguien escribiría hoy un cuento infantil de esos de reyes y reinas, príncipes y princesas, sin ser consciente del daño que esto puede causar en el imaginario de niños y niñas, con cierta falta de criterio, fácilmente impresionables y, por ende, buenos receptores de manipulaciones y adoctrinamientos?. ¿Alguien, en definitiva, todavía hoy, apuesta por los lavados de cerebro y por cercenar la capacidad crítica?
Capitalismo y democracia son un oximoron. ¿Democracia capitalista? ¿Capitalismo democrático? Capitalismo y derechos humanos son términos irreconciliables. La censura y el castigo (prisión, multas, sanciones, coacciones, amenazas) es la grasa de la que se sirven tanto los oligopolios/monopolios como los gobiernos, para optimizar el funcionamiento de todo el engranaje. Así las cosas, el neoliberalismo salvaje campa a sus anchas (con desregularizaciones, con tratados hechos a medida para privatizar, externalizar, sub-contratar, etc). Lo hace con falta de transparencia y falta de supervisión o auditorías. Lo hacen, directamente, con opacidad: escondiéndose y blindándose. Las criaturas privilegiadas, aunque saben cómo realizarlo todo “legalmente,” dentro de un marco jurídico que no es difícil de comprar, se protegen porque sus afanes son facinerosos. Los lobbies no trabajan en vano. El resultado es que NO hay responsables, ni se les espera; no hay quién responda y sufra las consecuencias de sus actos. Este difuminado estratégico del poder se ha ido afinando hasta un grado demencial (con la connivencia de los “gobiernos capitalistas” que, en este caso, es un término casi redundante). En este contexto, la tecnología, al servicio de la explotación, nos viene que ni pintada. ¿Has oído, alguna vez, que “el sistema informático ha fallado” y ahí te quedas? ¿Te han dicho que te despiden “por los algoritmos de la aplicación” que usas en tu trabajo?. Alguien habrá recibido alguna orden para introducir los datos que establecen los criterios de ese despido ¿no?. ¿O es que “los algoritmos” y la tecnología sólo sirven de excusa para despedirte, limpiamente, dejándote sin ninguna posibilidad de reacción?
Capitalismo y vida humana tampoco concuerdan. ¿Capitalismo del ser humano? ¿Capitalismo humano? Capitalismo y valores éticos humanistas están enfrentandos. Y vamos un paso más allá: el neoliberalismo salvaje y depredador se constituye en “necropolítica”. ¿Un sistema que conduce a la muerte simbólica y real (explotación, destrucción, competitividad, falta de empatía, de esperanza) instalado en nuestro día a día, de un modo higiénico?
¿Todavía no has saltado de la olla?
Pero no todo va a ser grave pesimismo realista. ¿Cuáles son las buenas noticias? Que somos muchas las ranas que ya hemos saltado de la olla. Y echamos chispas. Que con nuestras voces, modestamente, y como desideratum, intentamos colapsar el sistema (no será televisado, ni googleado, ni likeado), aunque sólo sea proponiendo una narrativa contra-hegemónica, anti-capitalista, que ya es mucho. “Mucho” no porque sea una novedad (hay siglos de historia) sino por lo que implica en esfuerzo cerebral sostenido, en tiempo, en “empatía radical” (Clara Valverde) y en realización de vídeos. Queremos poner las cartas sobre la mesa: sacar las cloacas del capitalismo a la luz. Anima el hecho de que hay multitud de personas y colectivos luchando contra el desasosiego y el sufrimiento que causa el capitalismo. Existen alternativas, el apoyo mutuo y la auto-gestión. También las asambleas, por mucho que, a ratos, se hagan largas, sí.
(Si salen anuncios en esta página es porque esta versión es “gratuita”)
Eva Legido Quigley
EVA LEGIDO QUIGLEY 